viernes, 30 de septiembre de 2011

Ingreso Ético Familiar

Señor Director:

A propósito de la firma del proyecto de ley sobre el Ingreso Ético Familiar (IEF), me parece necesario traer a colación el concepto de coproducción en la generación del impacto de eliminar la pobreza extrema.

Es sabido que en la implementación de políticas sociales y en los sistemas de producción de bienes preferentes, los usuarios adquieren principalmente productos y servicios del Estado mediante ciertos intercambios sociales y no económicos. En este sentido, el usuario recibe algunas prestaciones estatales en la medida que ejecute determinadas conductas positivas o negativas, lo que implica en definitiva que la labor del usuario condiciona la producción del bien preferente de forma muy relevante. Sin la colaboración del usuario no será posible eliminar las incapacidades de la pobreza extrema.

Las transferencias directas que van a recibir las familias usuarias del IEF son un claro ejemplo de lo que venimos mencionando. Las mismas quedarían condicionadas al hecho de que sus hijos se mantengan en el sistema escolar y que utilicen periódicamente el sistema de salud, o que el dueño de casa desempleado se capacite mientras dure su cesantía y que realmente busque trabajo durante dicho periodo. Lo anterior nos permite concluir que si las divisiones, los departamentos o servicios que implementan las políticas sociales desean lograr sus resultados intermedios (productos y servicios de buena calidad) y finales (impactos), deben reconocer el hecho de que sin la adecuada contribución (coproducción) de sus usuarios lo anterior no será posible.

En consecuencia, el éxito o fracaso del IEF va estar muy ligado a la forma en que se optimice los procesos para obtener esta contribución o coproducción, y en los incentivos que se utilicen para gatillar la misma; es decir, la implementación de esta política va a requerir una gestión pública de mucha calidad a nivel intermedio y en la base operacional del Estado, como asimismo de mucha coordinación intersectorial que permita generar colaboración real y efectiva entre distintos ministerios, y entre el gobierno central y los gobiernos locales.

Desgraciadamente, lo anterior es lo que menos tiene el Estado chileno, por lo que espero que el Gobierno no olvide que el éxito del IEF va a depender mucho más de las relaciones que sustente la burocracia de ventanilla con los usuarios de esta política, que de la actitud prospectiva de los diseñadores de la misma.

Rafael Pastor Besoain

jueves, 15 de septiembre de 2011

La Paradoja de Elegir en Democracia


En su libro La Paradoja de Elegir Porque Menos es Más (The Paradox of Choice Why Less is More), Barry Schwartz pone en tela de juicio uno de los pilares argumentativos fundamentales de la teoría económica. La proposición criticada es muy simple y lógica: mientras más alternativas de elección existan en el mercado mayor será el bienestar individual del agente económico ya que su toma de decisión siempre será más óptima. Es decir mientras más posibilidades hayan de elegir, mayor será el bienestar y satisfacción de los agentes económicos. Habría entonces según la teoría económica un relación directa entre el aumento cuantitativo de las posibilidades de elegir de las personas y su calidad de vida.

Ahora bien, Schwartz concluye que esta proposición no se confirma cuando se supera un cierto umbral donde las alternativas de elección aumentan considerablemente. La paradoja de elegir nos muestra que en muchos casos cuando las alternativas de elección se expanden lo que en definitiva se genera es más bien insatisfacción (infelicidad) en los individuos, quienes enfrentados a una toma de decisión con demasiadas opciones de solución tienden a caer presos de un desencantado y depresivo inmovilismo o parálisis que afecta la administración de su libertad de elegir e incentiva el abandono de la supuesta proactividad virtuosa que la amplitud de elección cobija.

Por otro lado, es sabido que las democracias más consolidadas poseen diseños institucionales que buscan justamente la consolidación de gobiernos de coalición, puesto que los mismos ofrecen mayor estabilidad a los sistemas políticos y permiten que los mismos formulen políticas públicas más coherentes y adaptables en el tiempo. Sin perjuicio de lo anterior, estos arreglos institucionales tienden a limitar la oferta política a básicamente dos coaliciones, lo que naturalmente implica un número muy bajo de alternativas de elección para los ciudadanos. Esta opción también ha contribuido a restarle prestigio y legitimidad a la política, ya que la ciudadanía siente que no hay suficiente competencia en la oferta electoral y los partidos se encuentran divorciados de los problemas reales de la gente. Esto también ha contribuido a la merma constante y permanente de la participación ciudadana en elecciones periódicas.

En este sentido, si contrastamos la paradoja de elegir de Schwartz con elecciones políticas de democracias avanzadas, podemos verificar que su proposición no se confirma del todo, ya que el menor número de alternativas de elección democrática no estaría generando una mayor participación electoral de la ciudadana sino que todo lo contrario. A menor oferta política nos encontramos con más inmovilismo y mayor desafección política, como también con un creciente malestar ciudadano.
Queda entonces el reto de contestar la pregunta que nos arroja la paradoja de elegir en la campo de la política: ¿Cual es la cantidad adecuada de alternativas de elección que debe primar en el sistema político para generar mayor bienestar?

La respuesta no parece ser para nada evidente.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Movimientos Sociales y Modernización del Estado

El movimiento estudiantil y otros sectores le exigen una intervención cada vez mayor al estado dentro de la economía y la sociedad para efectos de mejorar los productos y servicios que generan los sistemas de provisión de bienes públicos y preferentes, como asimismo asegurar la concreción de ciertos impactos en la ciudadanía.

Sin embargo no veo a nadie realmente preocupado en el debate público actual sobre el proceso de modernización del estado chileno, que resulta ser una condición sine qua non para que estas exigencias se materialicen. Debemos de una vez por todas concluir nuestra transición desde un estado burocrático a uno posburocrático y entender que la misma será presupuestalmente muy onerosa pero necesaria.

Esta transición al paradigma posburocrático implica que nuestro país consolide de una vez por todas un verdadero servicio civil, que sea gestionado para que la noción de rendimiento se incorpore a la ética pública de todos los funcionarios del estado, y no sólo sus directivos de nivel primario y secundario.

En definitiva, las exigencias de la ciudadanía requieren lo que Allen Schick acuño como El Estado que Rinde; es decir, un estado más flexible y orientado a la provisión de productos y servicios que gatillan estratégicamente impactos políticos o resultados finales que son valorados colectivamente, más que al cumplimiento rígido de insumos legales o reglamentos anticuados, o a la perpetuación de servicios y organismos públicos insulares y descoordinados.

Los políticos y los ciudadanos deben tener esto presente. Sin un estado que rinde a nivel central, regional y local, no habrá mejor educación y calidad de vida para la mayoría, tampoco más legitimidad para el sistema político.

Ver versión en el mercurio.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿Voto Voluntario?






Señor Director:

En vez de voto voluntario e inscripción automática creo que hubiese sido más recomendable para Chile haber optado por un sistema de inscripción automática, voto obligatorio y desinscripción voluntaria.

Esta opción impondría un deber o carga al ciudadano insatisfecho que desea desafiliarse del sistema político sin afectar la libertad que cobija su derecho a participar nuevamente en una elección en el futuro mediante una nueva inscripción.

Además disminuye el sesgo de clase que arrojan los guarismos de las elecciones con voto voluntario, como asimismo genera un incentivo para mejorar cuantitativamente la participación ciudadana que el voto voluntario suele afectar negativamente.

También es efectivo para mejorar la falta de representatividad del sistema político, puesto que condiciona a que en definitiva vote todo tipo de ciudadanos, no sólo los más pudientes.

En este sentido, discrepo de lo señalado por la senadora Ena von Baer, quien ha manifestado que la más efectiva solución al problema de la falta de legitimidad del sistema político reside simplemente en implementar el voto voluntario y la inscripción automática.

Rafael Pastor Besoaín