jueves, 27 de enero de 2011

Aprender del pasado

Señor Director:

Creo que la siguiente proposición del filosófo Sören Kierkegaard se aplica indistintamente a conservadores, liberales clásicos o aquellos de izquierda: "Vivimos nuestra vida hacia adelante aunque la comprendemos hacia atrás".

La comprensión del pasado nos permite distinguir nuestros errores y adquirir conocimiento mediante la experiencia. En este sentido cobra importancia otra proposición, esta vez de Oscar Wilde: "La experiencia es el nombre que le damos a nuestros errores". De ésta tampoco se salva ninguna criatura política, ya sea de izquierdas o derechas.

RAFAEL PASTOR

domingo, 16 de enero de 2011

Rediseño de Gabinete (Carta publicada hoy en el Mercurio)


El cambio del gabinete es un fiel reflejo de la tensión estratégica que invade permanentemente la función ejecutiva del gobierno que se genera entre dos extremos: la legitimidad y los resultados. Esta distinción fue reconocida por el académico Laurence Lynn en su libro Gestión Pública como Arte, Ciencia y Profesión, al describir dos conceptos de gobierno. Por un lado existiría un concepto Jeffersoniano, más inclinado al entendimiento público y a la deliberación política (legitimidad), y por otro un concepto Hamiltoniano, más inclinado a la ejecución de planes y al logro de resultados. Básicamente lo que Lynn concluye es que todo gerente público se verá obligado a navegar constantemente en esta tensión, por lo que si en la gestión pública se pone más énfasis en la legitimidad, se hará sin lugar a dudas a costa de la eficacia (los resultados), y si se pone más énfasis en los resultados, se hará a costa de la legitimidad. De alguna forma Bachelet (legitimidad) y Piñera (resultados) encarnan muy bien esta distinción. Sin embargo, como en todo orden de cosas, el buen gerente público es aquel que logra aplicar ambos conceptos a la vez de forma contextual.

Por otro lado, en los años noventa Mark Moore en su libro Gestión Estratégica y Creación de Valor en el Sector Público, elaboró un marco conceptual que recomienda a los Gerentes Públicos crear valor público mediante el alineamiento estratégico de tres actividades: la gestión política, la gestión programática y la gestión operativa. Es decir, un directivo público para ser buen gerente no solamente debe ser eficiente y efectivo en el uso de recursos públicos, sino que debe explorar que impactos o resultados son los que los ciudadanos colectivamente consideran valiosos y gestionar los mandatos políticos para poder en definitiva proveer los bienes públicos necesarios o implementar las políticas públicas adecuadas para crear dicho valor público.

En sentido, considero que el cambio de gabinente sirve para recordarnos que un gobierno requiere no sólo gestión operacional y técnica sino también muchísima gestión política y programática.

Al parecer con el nuevo gabinete Jefferson llego para quedarse. Veremos que pasa con Hamilton en este nuevo diseño de la función ejecutiva del gobierno del Presidente Piñera.

Rafael Pastor Besoain

viernes, 14 de enero de 2011