viernes, 29 de abril de 2011

La Hora de la Política



En los últimos 20 años en Chile ha existido una clara propensión por parte de las fuerzas políticas de buscar copar el centro político para efectos de no solamente acceder al poder, sino que también para mantenerlo. El actuar de la Concertación encarnó muy bien la descripción anterior, y la Coalición por el Cambio pareciera estar siguiendo esta misma suerte.

La verdad es que esta condición de nuestra cultura política no tiene nada de malo, y más bien es un signo que muestra la madurez de nuestro sistema democrático, que de alguna forma condiciona a sus integrantes a moderar las ideologías estridentes e imprudentes. Tal como lo argumenta Javier Santiso, en nuestro país existe un consenso que ha permitido la duración de una economía política de lo posible, y que nos ha alejado del canto seductor de las políticas de lo imposible que fueron promovidas por el voluntarismo populista de varios de nuestros gobiernos en los años sesenta y setenta. Nuestra propensión hacia un incrementalismo pragmático que descarta todo tipo de reformas bing bang o fundacionales y el continuismo de nuestras políticas públicas es lo que le ha dado estabilidad y éxito a nuestro modelo de desarrollo.

Ahora bien, el éxito de nuestro desarrollo no se ha concretizado sin un precio. El costo más elevado viene por el lado de la política. Sin duda que el sistema binominal ha contribuido al fortalecimiento de nuestra economía política de lo posible, pero también le ha restado pluralismo, vitalidad y competitividad. Estamos frente a un sistema con fatiga de materiales que es administrado por muy pocos y que se encuentra gatillando hace rato efectos colaterales negativos. Me refiero obviamente a nuestro envejecido padrón electoral, a la poca participación ciudadana en la política, y al divorcio que existe entre los partidos políticos y la ciudadanía en general. Básicamente estamos viviendo en una sociedad que desconfía ampliamente de la política y no valora su importancia. El riesgo de esta realidad para Chile no es menor.

Una solución: Primarias

Desde este contexto resulta muy alentador escuchar voces como la del Presidente de la UDI Juan Antonio Coloma, quien ha sugerido el mecanismo de primarias para determinar el próximo candidato presidencial de la centro derecha. Lo anterior es importante puesto que las primarias podrían ser el contexto ideal para generar más competencia, legitimidad, debate y participación ciudadana dentro del sector, y con ello dar un paso importante hacia la anhelada consolidación de una verdadera mayoría social de centro derecha.

Siguiendo esta lógica, el Proyecto Ace de la Red de Conocimientos Electorales, concluye que los principales argumentos a favor de las primarias son las siguientes:
• Las elecciones primarias ayudan a los partidos políticos a seleccionar a los candidatos con mayores probabilidades de ganar una elección, mediante una consulta a un gran número de electores que probablemente votarán por ellos.
• Promueven un proceso democrático antes de que se lleven a cabo las elecciones generales.
• Confieren a los candidatos un claro mandato y legitimidad toda vez que la decisión ha sido tomada por los afiliados al partido y no sólo por sus dirigentes.
• Otorgan a los partidos, a sus candidatos e incluso a sus propuestas una gran visibilidad pública.
• Confieren una gran capacidad de decisión a los afiliados ordinarios y los involucran en la estrategia y decisiones clave del partido.
• Ayudan a los afiliados a sobreponerse a élites partidistas poco populares.

El Diseño y la Implementación de esta Solución no es Obvia ni Simple

La sugerencia de Coloma abre a la centro derecha un espacio de oportunidades pero también de amenazas. La determinación de que tipo de primarias deben efectuarse no es un tema banal. Requiere mucho análisis y reflexión política y técnica. De nada servirá una primaria que básicamente refuerce los vicios que poseen actualmente los partidos políticos. Demás esta recordar los nefastos efectos generados por la primaria de la Concertación para la elección presidencial pasada. Básicamente fue uno de los factores detrás de la derrota de Eduardo Frei.

En este sentido, cobra importancia que las primarias sean diseñadas de una forma abierta que permitan la mayor cantidad de participación ciudadana y una competencia real entre todos los actores que muestren una vocación de poder dentro de la Coalición. La primaria debería constituirse en el espacio donde se consolide una mayoría, que le sigue siendo muy esquiva a la centro derecha.

En definitiva, más que encontrar candidatos en "una realidad que se impone" (las encuestas) como se ha realizado en el pasado, la Coalición por el Cambio debe ir a buscar su mayoría social en el espacio más adecuado y transparente: una competencia política sin barreras de entrada, con reglas claras y mucha información.

Llegó la hora de que Allamand, Lavín, Golborne, Hinzpeter, Longueira, Mathei, entre otros, se reencuentren con la ciudadanía, es decir con la verdadera política.


Rafael Pastor Besoain

viernes, 22 de abril de 2011

Respuesta a carta de Moisés Sánchez




Concuerdo con lo señalado por el señor Moisés Sánchez en su carta publicada ayer, en el sentido que existe una retroalimentación entre la transparencia activa y pasiva. Sin embargo yo no abogo por la supresión de las políticas de transparencia pasiva, sino que por darle más importancia al desarrollo de una adecuada política de datos abiertos (expresión máxima de la transparencia activa). Con lo anterior, el Estado Chileno no sólo se estaría ahorrando muchos recursos, sino que estaría asegurando aún más el derecho humano que implica el acceso a la información pública y la libre circulación de las ideas, lo que sin dudas constituye una mayor y mas fluida contribución al proceso de generación de opinión pública, a la consolidación democrática participativa y a la generación de valor público.


Creo que la mejor forma de contribuir a este derecho humano la encontramos en la disminución de los costos de transacción de acceso a la información pública. Sin duda que una política de transparencia pasiva más una de datos abiertos contribuye mucho más a este fin, que solamente una política de transparencia pasiva y activa como la que tenemos hoy en Chile.


Los ciudadanos ya no solamente le exigen a los gobiernos el acceso de cierta información o datos sin intermediarios, sino que además requieren que la misma sea liberada en un formato electrónico amigable (abierto) que asegure la interoperabilidad entre distintas aplicaciones computacionales, como asimismo la posibilidad de reutilización los datos con fines sociales, económicos, o de control vertical, horizontal o social.


Demás esta decir que si en el año 2006 Chile hubiera tenido una política de datos abiertos, los señores Claude y Longton jamás hubiesen tenido que recurrir a tantas instancias burocráticas y legales en Chile, como tampoco a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para obtener un trascendente fallo a su favor, toda vez que simplemente hubiesen accedido a la información desde los computadores de sus oficinas.


Rafael Pastor

lunes, 18 de abril de 2011

Transparencia no es sinónimo de valor público



Si bien estoy de acuerdo con lo señalado por el Presidente Consejo para la Transparencia en su artículo de opinión publicado por su Diario el 16 de abril de 2011, quisiera sin embargo hacer algunos alcances al mismo.




Primero, la transparencia no es un fin en sí mismo, sino un medio para facilitar la generación de más y mejor valor público. Es decir, transparencia a secas no implica valor público para nada.




Segundo, la transparencia sirve también como medio para asegurar que el ciclo de las políticas públicas y los sistemas de provisión de bienes públicos y preferentes sean alimentados con datos relevantes, fiables y precisos, y además que los mismos sean respaldado por sistemas de información adecuados, y utilizados con buenas prácticas de gestión del conocimiento.




Tercero, la transparencia en sí misma no detiene la corrupción, sino que implica un medio para incentivar mejor control político (vertical y horizontal), financiero y social sobre la función pública. De alguna forma es un subsidio para generar soluciones respecto al complejo problema de acción colectiva que implica controlar a los gobiernos de turno y a la burocracia.




Cuarto, el impacto generado por las políticas de transparencia debe ser medido, ya que la misma no es gratis. Implementar los esfuerzos para asegurar más transparencia pasiva son caros, y por ende resulta clave que la DIPRES u otro ente evaluador independiente, demuestre que los esfuerzos del Consejo para la Transparencia han sido efectivos para disminuir la corrupción y hacer más eficientes y efectivos a nuestro gobierno central, a los gobiernos locales y a las empresas públicas.




Quinto, considero que el foco debiese estar mucho más orientado a satisfacer los resultados en materia de transparencia activa con una política pública real de datos abiertos, antes que a meramente fiscalizar los insumos legalistas que demanda la transparencia pasiva. En la medida que tengamos más datos abiertos, las políticas de transparencia no solo contribuirán al respeto y cumplimiento del derecho ciudadano al acceso a la información, sino también a la generación de mejores políticas públicas sectoriales a un costo mucho más bajo.




Rafael Pastor