Sacándole el corcho a nuestro relato metafísico. Cultivando y reconfigurando lo marginal.
lunes, 25 de julio de 2011
martes, 19 de julio de 2011
Una Solución más que un problema
En su influyente trabajo seminal Agendas, Alternativas y Políticas Públicas, el académico John Kingdon concluye que en el mundo público son mayoritariamente las soluciones las que buscan a los problemas y no al revés, como comúnmente se suele creer desde una perspectiva de formulación o diseño de políticas públicas más racionalista.
Lo anterior se confirma principalmente por el hecho que estas soluciones no son generadas desde un inicio para resolver necesariamente un problema determinado, sino que más bien flotan bajo el alero de las comunidades de especialistas (actores ocultos) en búsqueda de problemas y son entendidas mejor como procesos muy similares a los de selección natural biológicos. Es decir, todos ellas flotan competitivamente y se encuentran constantemente siendo combinadas y rearticuladas, como nuevas versiones alternativas a problemas que de un momento a otro ganan espacio en la agenda.
En definitiva, las decisores de política pública son tomadas en base a las alternativas de solución previamente existentes que son colocados en la agenda como consecuencia de una crisis o evento político (como un cambio de gabinete), para hacerse cargo de una situación factual que efectivamente ha sido identificada y explícitamente enunciada como un problema público que requiere ser solucionado.
En este sentido, al nuevo Ministro de Educación Felipe Bulnes se le viene encima la compleja labor de negociar que la solución elegida por el gobierno (Gran Acuerdo para la Educación - GANE) logre en definitiva ser enganchada con éxito con el problema publico de la educación superior.
Ahora bien esta posibilidad parece baja si el gobierno no toma una postura clara respecto al tema del lucro. El Ministro Bulnes debe salir a promover el GANE a la ciudadanía, al sistema político y a los grupos de interés, con mucha fuerza y convicción. Debe representar con claridad que el lucro es un medio legítimo para incentivar los emprendimientos educacionales superiores, como asimismo que la competencia que ella genera puede servir como un mecanismo efectivo de control de gestión no solamente para la fría burocracia del gobierno central, sino que principalmente para cada ciudadano que desde su atenta e interesada libertad de elección castigará a las universidades mediocres.
Lo anterior debe ir obviamente acompañado con la promesa que incluye el GANE de crear y desarrollar una Superintendencia de Educación Superior realmente empoderada y autónoma desde el punto de vista financiero y administrativo, que sea capaz de darle más transparencia al sistema de educación superior y corrija sus asimetrías de información y las arbitrariedades existentes en el acceso al financiamiento de las carreras.
Sin esta actitud creo que Bulnes simplemente se verá obligado a extraer por completo la palabra lucro del GANE, lo que en definitiva implicaría una derrota importante para el gobierno.
Lo anterior se confirma principalmente por el hecho que estas soluciones no son generadas desde un inicio para resolver necesariamente un problema determinado, sino que más bien flotan bajo el alero de las comunidades de especialistas (actores ocultos) en búsqueda de problemas y son entendidas mejor como procesos muy similares a los de selección natural biológicos. Es decir, todos ellas flotan competitivamente y se encuentran constantemente siendo combinadas y rearticuladas, como nuevas versiones alternativas a problemas que de un momento a otro ganan espacio en la agenda.
En definitiva, las decisores de política pública son tomadas en base a las alternativas de solución previamente existentes que son colocados en la agenda como consecuencia de una crisis o evento político (como un cambio de gabinete), para hacerse cargo de una situación factual que efectivamente ha sido identificada y explícitamente enunciada como un problema público que requiere ser solucionado.
En este sentido, al nuevo Ministro de Educación Felipe Bulnes se le viene encima la compleja labor de negociar que la solución elegida por el gobierno (Gran Acuerdo para la Educación - GANE) logre en definitiva ser enganchada con éxito con el problema publico de la educación superior.
Ahora bien esta posibilidad parece baja si el gobierno no toma una postura clara respecto al tema del lucro. El Ministro Bulnes debe salir a promover el GANE a la ciudadanía, al sistema político y a los grupos de interés, con mucha fuerza y convicción. Debe representar con claridad que el lucro es un medio legítimo para incentivar los emprendimientos educacionales superiores, como asimismo que la competencia que ella genera puede servir como un mecanismo efectivo de control de gestión no solamente para la fría burocracia del gobierno central, sino que principalmente para cada ciudadano que desde su atenta e interesada libertad de elección castigará a las universidades mediocres.
Lo anterior debe ir obviamente acompañado con la promesa que incluye el GANE de crear y desarrollar una Superintendencia de Educación Superior realmente empoderada y autónoma desde el punto de vista financiero y administrativo, que sea capaz de darle más transparencia al sistema de educación superior y corrija sus asimetrías de información y las arbitrariedades existentes en el acceso al financiamiento de las carreras.
Sin esta actitud creo que Bulnes simplemente se verá obligado a extraer por completo la palabra lucro del GANE, lo que en definitiva implicaría una derrota importante para el gobierno.
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miércoles, 6 de julio de 2011
La Tragedia de la Política
Max Weber en su conferencia llamada La Política como Profesión destaca que existen tres cualidades decisivas en un político. Primero una ardiente pasión por las convicciones propias (ética de la convicción), segundo un sentido de responsabilidad (ética de la responsabilidad), y tercero una fría seguridad interna. Es decir, un buen político debe poseer la habilidad de combinar esta pasión ardiente con la fría seguridad en una racionalidad maduramente reflexionada que valora tanto los medios (instrumentos) como los fines ideológicos que conducen al éxito político.
Traigo a Weber a colación como consecuencia de la columna publicada por Ernesto Aguila (Ocaso de la República Binominal), en la que culpa a las instituciones electorales chilenas por el fracaso en la canalización de demandas sociales.
En efecto, si bien su argumento no deja de estar bien fundado, no es menos cierto que el mismo omite por completo la falta de voluntad política de la oposición para ponerse a disposición de la solución de los problemas y no en la vereda de la exacerbación del conflicto con fines electorales.
La responsabilidad de los actores políticos respecto del cuidado de las instituciones y su mantención en el tiempo es muy distinta en la centro derecha que en la centro izquierda. Mientras los gobiernos de la Concertación tuvieron problemas la centro derecha ejerció la democracia de los acuerdos y salió al amparo del Gobierno de Ricardo Lagos para generar el nuevo trato después del escándalo Mop-Gate, como también permitió a la DC participar en las elecciones del año 2002 a pesar de haber inscrito a sus candidatos fuera de plazo. Esta actitud de la centro derecha claramente fue guiada por una ética de la responsabilidad.
Sin embargo ahora, la concertación cae presa de una ética de la convicción radicada en su ala más izquierdista, lo que la ha llevado principalmente a exacerbar el conflicto, a diferencia de sólo algunos actores DC que sí han manifestado su voluntad de dialogar. El conflicto social, entonces, se explica en parte, por las instituciones electorales. Pero más relevante aún es la responsabilidad con que actúan los agentes políticos. La Concertación, en este ámbito, no ha estado a la altura y su asociación con el PC la ha convertido en un conglomerado ambiguo, sin agenda e imprevisible.
En consecuencia, parece razonable reconocer que la concertación y sus líderes se encuentran entrampados irresponsablemente en sólo una antípoda de lo que Weber llamo la tragedia de la política: aquella feroz tensión existente entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción.
Rafael Pastor
Profesor
Escuela de Gobierno y Gestión Pública
Universidad de Chile
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