El gobierno de Sebastián Piñera ha intentado desde sus inicios la concreción de ciertos resultados públicos, para lo cual ha impuesto un sentido de urgencia que trasunte la administración pública para efectos de hacer más eficiente y eficaz el ciclo de las políticas públicas, como también mejorar los sistemas de provisión de bienes públicos y preferentes.
Ahora bien, no cabe duda que los problemas públicos que enfrentan los gobiernos son cada día más complejos y por ende requieren de soluciones (productos y servicios) que exigen insumos cuyo origen es mucho más horizontal e intersectorial que en el pasado. Políticas como el ingreso ético familiar, el posnatal y la reforma educacional son buenos ejemplos de esta realidad.
Lamentablemente existe una tendencia entre los políticos y expertos en conceptualizar el ciclo de la política pública como un proceso lineal y secuencial formado por etapas claras y distintas. Ahora bien, la realidad nos muestra que las políticas públicas no se encuadran exactamente dentro de esta clasificación, y son más bien un proceso iterativo, “poco claro” y sin reales divisiones, vale decir, se trata de un proceso caracterizado por un flujo constante de toma de decisiones, asimetrías de información, costos de transacción , instancias de veto, y negociaciones de poder.
Asimismo, debe tenerse presente que los políticos, legisladores y muchos expertos tienden a darle más importancia al diseño y evaluación de las políticas públicas (el “que”) que a su implementación (el “como”). Contrario a lo que pasa en el sector privado, las personas más calificadas en el sector público por lo general prefieren estar en el diseño o la evaluación de las políticas públicas que ser parte del engorroso proceso de su implementación.
En este sentido, si el gobierno desea realmente lograr los resultados que se ha propuesto, debe tener presente esta realidad y poner toda su energía en lo que le queda de gobierno para mejorar la gestión e implementación de sus políticas lo que en definitiva implica abocarse más al rigor del “como” que al glamour del “que”.
Si no se cambia el enfoque hacia mejorar efectivamente la capacidad operacional del gobierno central y su coordinación intersectorial con los diversos servicios públicos y los gobiernos regionales y locales, los resultados esperados por el gobierno no se van a cumplir, ya que el mismo sucumbirá en la complejidad de la acción conjunta que implica la implementación de políticas públicas.
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