Cuando leí esta frase, se me vino a la memoria otra del filósofo danés Sören Kierkegaard: “Vivimos nuestra vida hacia adelante pero la comprendemos hacia atrás.”; es decir, aunque vivimos arrojados preocupadamente sobre el futuro, sólo podemos entenderlo desde nuestra experiencia y conocimiento. Sin pasado no hay posibilidad para el futuro, por eso los pensadores estratégicos son tan buenos en conectar pasado, presente, y futuro.
También se me vino a la memoria el libro La Edad de la Paradoja, donde Charles Handy argumenta que necesitamos un sentido de continuidad con nuestro pasado y un sentido de dirección para nuestro futuro que permita mantener una sensación de control en el medio del cambio. Por lo tanto, la pregunta estratégica hoy es no sólo ¿a que se parece el futuro que queremos construir colectivamente? sino que también ¿habiendo visto el futuro que queremos forjar juntos, que debemos mantener y eliminar del pasado, y crear en nuestro presente para llegar al futuro que queremos forjar?
Ahora bien, es cierto que las elecciones presidenciales tienden a hacerse cargo principalmente del futuro, pero las mismas son también muy proclives a recurrir al poder predictor del pasado, a aquello que según Handy debemos mantener o eliminar para efectos de poner nuestra mirada con convicción en la creatividad del presente para efectivamente poder llegar al futuro anhelado.
Traigo todo esto a colación ya que me parece importante analizar cuan importante será el pasado en las campañas presidenciales de la Concertación y la Centro Derecha. Parece obvio que la invitación que hace Velasco resulta mucho más compleja para la Concertación que para la el Oficialismo.
En efecto, en la Concertación ni siquiera existe una comprensión aproximadamente consensuada respecto al rendimiento de esta coalición en el pasado. ¿Cómo podrá entonces debatir la Concertación en sus primarias sobre el futuro que quieran ofrecerles a la ciudadanía si todavía ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo respecto a aquello que deben eliminar (errores) o mantener (éxitos) de su pasado? Esta discordia se ve especialmente acentuada si tenemos presente la apagada conmemoración del Triunfo del NO, que tuvo una baja convocatoria y la ausencia de figuras históricas de la Concertación, como asimismo el hecho que esta celebración se vio opacada por el movimiento de estudiantes secundarios quienes se manifestaron expresando un claro rechazo al conglomerado y evidenciando la poca sintonía del sector con las demandas estudiantiles.
También encontramos esta discordia en el deslucido lanzamiento del pacto “Por un Chile Justo”, al cual concurrió la directiva del PPD, PRSD, PC e IC. La frase utilizada por el pacto de izquierda (“No somos la Concertación, hablamos otro lenguaje”) vs las palabas del timonel PS, Osvaldo Andrade (“Desgraciadamente en los últimos días-lo decimos como PS-lo que hemos visto es una reiteración de dar prioridad de identidad partidaria por sobre el esfuerzo común como oposición”), parecieran confirmar un tono que tendrá el debate interno en los próximos elecciones presidenciales que no permitirán alusión alguna al pasado culposo de la Concertación, y por ende toda referencia al mismo será poco convincente para esta coalición política.
Lo que venimos señalando se ve acentuado aún más si tenemos presente que la carta a derrotar para todos los competidores en una eventual primaria de la Concertación resulta ser la ex presidenta Michelle Bachelet, quien es una figura con mucha presencia en el pasado. Además a esto hay que agregar que su silencio cómplice respecto al futuro del país y al pasado de la Concertación no ha servido sino para ahondar aún más los juicios divergentes y culposas existentes respecto de la obra de la coalición opositora. Este factor ha enervado irresponsablemente aún más el escaso affectio societatis programático que permanece en la Concertación.
En este orden de cosas, resulta obvio que para Velasco será más cómodo que en las primarias de la Concertación se discuta exclusivamente sobre el futuro no el pasado, ya que no desea enfrentar a la ex Presidenta Michelle Bachelet en un real y acabado debate sobre la comprensión de lo que fueron para él los principales defectos y errores de su gobierno -de la cual él fue un artífice fundamental-, y tampoco de usar el pasado como arma en contra de la ex primera mandataria, lo que básicamente le resta seriedad y credibilidad a una eventual primaria de la Concertación.
En la otra vereda, tenemos a la centro derecha unida por el poder y por una mirada mucho más diáfana sobre su pasado. Ganar las elecciones democráticamente ha permitido borrar de esta coalición todo atisbo de deslegitimidad que la misma portaba por haber colaborador con la dictadura. Además el pasado de sus presidenciales (Allamand, Longueira y Golborne) es auspicioso ya que los mismos están muy bien evaluados por las encuestas, y además son miembros de un gobierno que a pesar de no ser muy popular, posee los mejores indicadores económicos que ha tenido este país en mucho tiempo. Para la centro derecha, no hay remordimientos mayores respecto al modelo económico y social optando por Chile y perfeccionado por la Concertación durante sus cuatro gobiernos. A lo anterior también hay que agrega una preocupación creciente por los más vulnerables, como nos lo recuerda Andrés Allamand en su libro La Travesía del Desierto (1999), al definir lo que implica para él ser de centro derecha: "Aun creyendo en la fuerza vital de la libertad soy contrario al desenfreno que termina aplastando las igualdades básicas de la sociedad. Al estado le asiste una función normativa y fiscalizadora intransferible, tiene una misión irrenunciable en la ayuda a los más necesitados y debe impedir el abuso de los poderosos."
Para la centro derecha mirar al pasado no es un proceso culposo ni autoflagelante, sino que todo lo contrario. Para la UDI y RN un proyecto programático no tiene otro lugar donde provenir que de un entendimiento mayoritariamente compartido del pasado. La Concertación en cambio deambula erráticamente entre sus fantasmas que la empujan lejos de sus éxitos cuando habitaba el centro político y hacia un viraje populista de izquierda que no tiene mucha cabida en el Chile actual.
En consecuencia, al parecer Velasco tiene toda la razón. En las primarias de la Concertación sólo veremos un debate sobre la preocupación de un futuro inexplicable en relación a un anclaje hermenéutico sobre el pasado que es frágil y contradictorio, lo que en definitiva constituye una entelequia indulgente y conveniente, que sin duda será fácilmente detectada por los ciudadanos quienes mayoritariamente lo rechazarán por incoherente e indescifrable.
Rafael Pastor Besoain
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