lunes, 12 de noviembre de 2012

Conflictos de Interés y Aprendizaje

Oscar Wilde decía que “la experiencia es el nombre que les damos a nuestros errores”. La frase me recordó uno de los aprendizajes que deja el actual ciclo político a la centroderecha, en relación con los conflictos de intereses. Para nadie es una incógnita que la forma en que esta problemática fue abordada por Sebastián Piñera durante los primeros años de su gobierno dejó mucho que desear, y que ello le significó daños a su capital político y a la credibilidad de su presidencia.


Para José Zalaquett, un conflicto de interés debe conceptualizarse “… como la existencia de situaciones de riesgo objetivo para los intereses públicos o los intereses de determinado colectivo porque una persona (funcionario público o agente privado) que se encuentra sometida al deber fiduciario de velar por tales intereses, mantiene, a la vez, cargos, intereses o relaciones de carácter privado (excepcionalmente, también de carácter público) que le generan el incentivo de favorecer éstos en desmedro o por encima de aquéllos”; es decir, un conflicto de interés no es un hecho sino que una situación objetiva, independiente a la calidad moral de la persona involucrada.

Ahora que la campaña ya partió en la centroderecha, creo importante traerlo a colación, pues tendrá un impacto no menor en las precandidaturas de Andrés Allamand y Laurence Golborne. Y las situaciones objetivas a que se refiere Zalaquett parecieran están mucho más presentes en la opción de Golborne que en la de Allamand. Basta contrastar las entrevistas dadas por ambos en el programa Tolerancia Cero.

En efecto, una de las preguntas que se le efectuaron a Golborne dijo relación con la conocida y bastante verosímil versión de que él habría aceptado la vicepresidencia ejecutiva de HidroAysén antes de transformarse en ministro. Aunque él lo negó rotundamente, esta circunstancia deja instalada una duda importante que le resta credibilidad frente al electorado para tener una postura imparcial frente a una muy relevante problemática. En cambio, Allamand, al poseer mucho más independencia que Golborne, pudo declarar abiertamente que “HidroAysén está muerto, no es un proyecto viable”, y que buscará un acuerdo nacional para solucionar este problema.

La dicotomía es clara. El oficialismo tendrá que optar entre un político experimentado, libre de conflictos de interés y que entiende la naturaleza de los problemas públicos, o un gerente carismático curtido principalmente por una experiencia en el mundo privado que viene cargada con más de un conflicto de interés. Entre un postulante que ya está siendo nominado como el de la tasa máxima convencional (MEO lo señaló así en CNN Chile) u otro que no tiene riesgo objetivo en este aspecto. La elección no es para nada banal. Ojalá que esta vez los errores del pasado sirvan de algo.

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