Rafael Pastor Roberto Osorio
Escuela de Gobierno – Universidad del Desarrollo
La Coalición por el cambio ha prometido imponer una cultura de hacer las cosas bien para la gente y no para las noticias de la televisión. Es decir, el nuevo gobierno busca imponer un sentido de urgencia que trasunte toda la administración pública en el sentido de hacer más eficiente y eficaz el ciclo de las políticas públicas (PP), como asimismo, la provisión de bienes públicos. Estamos de acuerdo con esta inquietud, pero creemos necesario hacer algunos alcances y recomendaciones.
Resulta clave tener presente que existe una tendencia entre los políticos y expertos en conceptualizar el ciclo de la PP como un proceso hiperracional, lineal y secuencial formado por varias etapas claras (diseño, implementación y evaluación). Ahora bien, la realidad nos muestra que las PP no se encuadran exactamente dentro de esta clasificación, y son más bien un proceso iterativo complejo, “poco claro” (como dice Lindblom), y sin reales divisiones. Cuando hablamos del proceso de PP estamos frente a un flujo constante de toma de decisiones, intercambio de información y negociaciones de poder.
Asimismo, debe tenerse presente que los políticos, legisladores y muchos expertos tienden a darle más importancia al diseño de las PP que a su implementación. Es más, por lo general las personas más calificadas prefieren estar en el diseño analítico de las PP que ser parte del proceso de su implementación. Lo anterior, responde a que existe una visión extremadamente racionalista del proceso de la PP, que de forma pretenciosa cree que con un buen diagnóstico del problema público, junto con un diseño de PP que controle todas las variables, el gobierno asegurará que la implementación de la PP no falle. El talento tiende a rehuirle a la implementación porque la misma es considerada simplemente como un conjunto de rutinas, protocolos mecánicos, operaciones e insumos ideados completamente durante el diseño de la PP y no después. La base de operaciones es vista de forme inocente como un mecanismo que aplica sin cuestionamiento alguno lo indicado en el diseño de la PP.
En consecuencia, nosotros creemos que el éxito del nuevo gobierno se va jugar más en el “como” que en el “que” de la PP. Si no se cambia el enfoque hacia mejorar efectivamente la capacidad operacional del gobierno central y los gobiernos locales en la implementación de las PP y la producción de bienes públicos, la promesa de la Coalición por el cambio de imponer una cultura de hacer bien la cosas no se va cumplir. Hay que dejar de lado la vana pretensión controladora de la planificación estratégica en el diseño de la PP, y poner todos los esfuerzos para seguir profundizando la conversación incremental que implica la implementación de la PP, y su impacto en la generación de mayor valor público.
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