El proyecto de Ley que regula los Acuerdos de Vida en Común (AVC), es una gran oportunidad para Chile, ya que permitirá a los ciudadanos diferenciar una centro derecha que busca conservar sus convicciones sin aceptar la legitimidad de los riesgos saludables que implica el debate público, de otra que, liderada por políticos como Andrés Allamand, no castiga la diferencia y valora la posibilidad de debatir la viabilidad de ciertos cambios legales, al margen de si sus convicciones están o no 100% alineados con los mismos. El proceso en sí mismo es visto como una oportunidad más que una amenaza.
En este sentido, me parece pertinente traer a colación la siguiente argumentación que Isaiah Berlin estableció en su libro Cuatro Ensayos sobre la Libertad:
"Reconocer la validez relativa de nuestras convicciones, dijo un admirable escritor de nuestros tiempos, pero sin embargo defenderlas resueltamente, es lo que diferencian un hombre civilizado de un bárbaro. Exigir más puede ser tal vez una profunda e incurable necesidad metafísica; sin embargo permitir que la misma determina nuestro accionar es un síntoma de una igualmente y más peligrosa inmadurez moral y política".
En consecuencia, y con la venia de Berlin, declaro entender la necesidad metafísica de una derecha más conservadora, pero me quedo con la madurez moral y política de la centro derecha que Andrés Allamand viene liderando hace muchos años.
Rafael Pastor
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