martes, 7 de agosto de 2007

La innovación consiste en cultivar nuestras rarezas marginales y reconfigurarlas al centro de actividades propias para generar valor.

Quiero compartir este Post, prestado directo desde el blog de Mario Valdivia.
Innovación.

Hemos producido innovadores en Chile. Hay poetas nuestros que han removido aguas profundas de la lengua castellana. Es en lo económico-empresarial que innovamos poco o nada. Pienso que esto es así porque nos hemos moldeado en hacer otras cosas que innovar. Y uno sabe hacer exclusivamente aquello a lo que se dedica y ya ha hecho.

En Chile nos hemos dedicado seriamente al comercio internacional y a los recursos que natura nos dio. Nuestros empresarios han aprendido a producir y exportar bienes a partir de nuestros recursos naturales; lo demás se importa. En estos afanes nos ha ido bien, nos gusta pensar, y así lo califican otros por doquier. Hemos crecido como país y hay amplio espacio para expandir lo que hemos aprendido a hacer.

Me parece a mi que podemos caracterizar lo que hemos hecho como movernos eficientemente en un mundo relativamente dado. Los bienes que producimos y exportamos están dados para nosotros. Minerales, frutas, hortalizas, vinos, peces, celulosa y maderas, constituyen productos-cosas que ya estaban ahi y que hemos aprendido a producir aquí con eficiencia. Los mercados que estamos penetrando y abasteciendo están ahi dados. Nos hemos incorporado a industrias dadas, con procesos productivos y logísticos dados y con tecnologías dadas. Hemos sido buenos, quizás, para adoptar tempranamente. Hemos sido buenos, quizás, en eficientar sistemáticamente lo que hacemos, mejorando contínuamente la relación calidad/costo de lo exportado.

Bien nos hemos movido en este ambiente más o menos dado de negocios. Y porque hemos aprendido a hacer todo esto bien, y porque hay amplio espacio en el mundo y en nuestro territorio para multiplicarlo, continuamos concentrados en esto: aumentar las cantidades, mejorar la eficiencia. Y uno se habitúa a lo que hace, moldeando así una manera de ser.
El emprendedor de innovaciones hace algo muy distinto. Inventa nuevos productos y nuevas familias de productos: desde el kiwi, al i-Pod, revoluciona nuestros gustos e inventa nuevos mercados que no estaban ahi. Desarrolla nuevas industrias: desde el computador personal, la producción de nuevas variedades de organismos mediante la biotecnología genética, y la media digital, revoluciona procesos de producción y la tecnolgía. Es lo contrario a moverse en un mundo dado. El innovador cambia el ambiente en el cual nos movemos, y ese es el meollo de los juegos que juega.

En la gestión eficiente de un mundo dado, la piedra angular de todas las habilidades es el control predictivo. El business plan predictivo es el instrumento esencial. Lo dado del mundo en que se desenvuelven nuestros negocios permite predecir y anclar el control. En el emprendimiento innovador la predicción y el control no son posibles. Lo central es la visión intuitiva de posibilidades nuevas que constituyan un mundo más valioso para todos de una manera inédita y significativa, así como la puesta en riesgo de la identidad en el compromiso por introducir prácticamente esas nuevas posibilidades al mundo.

Innovar es una acción quizás más poética, más cretiva y libre. El emprendedor de innovaciones hace historia; el gestor eficiente hace el mundo más económico. El emprendedor de innovaciones transforma el mundo trayendo una marginalidad que todo lo rearticula. El gestor eficiente es un experto en ordenar cada vez mejor su mundo: marginaliza lo marginal. El ser humano se hace presente en cada caso en una encarnación muy distinta. En el primero, como un ser que se adapta al mundo, un agente racional, un sistema de estímulo-respuesta más o menos fijo y predecible; como un recurso: sea recurso humano, consumidor, opinión pública o empresario maximizador. En el segundo, el ser humano aparece como un ser con voluntad declarativa que inventa nuevos mundos y un sentido existencial comprometiendo su vida con ellos. Dos maneras de ser históricas.

Convertirnos en una sociedad más emprendedora de innovaciones implica un cambio de nuestra manera de ser. Menos avasallada por la razón que calcula, más entregada a la razón poética. Menos inteligente para predecir, más consagrada a llevar a cabo posibilidades inéditas. Menos poseida por el afan de control, más abierta a la sorpresa desordenada de lo nuevo, imprevisto y único. Menos marginalizadora, más abierta a lo marginal.

La red 2.0 constituye una plataforma de nuevas prácticas de interacción social en la cual esta nueva forma de ser podrá ser incubada. Fernando Flores ha estado anticipando activamente esta posibilidad hace tiempo.

Escuchar.

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